Nuevo estudio revela que la edad promedio de los gamers es 41 años

El viejo estereotipo de que los videojuegos son solo para jóvenes y hombres vuelve a quedar en el pasado. De acuerdo con el nuevo informe Power of Play de la Entertainment Software Association (ESA), la edad promedio de las personas que juegan videojuegos es de 41 años, y el equilibrio entre géneros está casi dividido: 51% hombres y 48% mujeres.

El estudio encuestó a más de 24,000 personas en 21 países, explorando desde demografía hasta los motivos por los que la gente juega. La razón principal sigue siendo la más evidente: diversión, mencionada por el 66% de los participantes. Le siguen aliviar el estrés y relajarse (58%) y mantener la mente activa (45%).

Los resultados también destacan los beneficios emocionales y sociales de los videojuegos. Un 81% de los encuestados asegura que jugar les brinda estimulación mental, mientras que un 80% afirma que les ayuda a reducir el estrés. Además, un 72% dice que los videojuegos sirven como vía de escape ante los desafíos cotidianos, y un 71% afirma que han conocido nuevas amistades o relaciones gracias a ellos.

Entre los jugadores de 16 a 35 años, el 67% afirma haber conocido a un amigo cercano o pareja jugando. Incluso, casi la mitad de los encuestados en Estados Unidos cree que los videojuegos mejoran la relación entre padres e hijos, contradiciendo viejos mitos sobre el aislamiento juvenil.

El informe también resalta cómo los videojuegos ayudan a desarrollar habilidades clave: tres de cada cuatro jugadores aseguran que mejoran su creatividad, resolución de problemas y trabajo en equipo. Más de la mitad señala incluso que los juegos han influido positivamente en su educación o carrera profesional.

En cuanto a plataformas, el móvil domina como la forma más popular de jugar, con un 55% de preferencia general, especialmente entre los mayores de 50 años (61%). Las consolas y las PC empatan con un 21% cada una.

El estudio demuestra que los videojuegos no solo entretienen: también unen generaciones, reducen el estrés y fomentan la creatividad, desmintiendo de una vez por todas que sean “solo para niños”.

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