Stephen King es uno de los escritores más influyentes en la cultura popular por la cantidad de historias que han sido adaptadas y que, de una forma u otra, nos han moldeado. Ahora regresamos a una de ellas con una nueva versión de The Running Man, una historia familiar, pero sorprendentemente relevante para los tiempos que vivimos.
En un futuro cercano, The Running Man es el programa de televisión más visto: una competencia mortal en la que los concursantes deben sobrevivir 30 días mientras son cazados por asesinos profesionales. Desesperado por conseguir dinero para salvar a su hija enferma, Ben Richards (Glen Powell) es forzado a participar en el reality show como su última opción para sacar a su familia del estado socioeconómico en el que se encuentra. Sin embargo, las audiencias comienzan a dispararse cuando su rebeldía, instinto y determinación lo convierten en un inesperado favorito del público… y en una amenaza para todo el sistema.
Antes de verla, tenía sentimientos encontrados. Por un lado, temía que le pasara lo mismo que al fallido remake de Total Recall. Pero por otro, estaba emocionado porque era la nueva película de uno de mis directores favoritos, Edgar Wright, a quien sigo desde Shaun of the Dead y Hot Fuzz. (Incluso vi The World’s End en el cine, aunque casi nadie lo hizo).
Esta adaptación —no remake— se distancia de la versión protagonizada por Arnold Schwarzenegger y, según lo que he escuchado, es mucho más fiel al libro original. Además, su historia se siente inquietantemente relevante para la actualidad en Estados Unidos: la dificultad de acceder a medicinas, la forma en que los sindicatos son satanizados, o cómo los reality shows explotan a los más vulnerables para generar ganancias. También explora cómo la propaganda manipula a la gente para dividirla… y beneficiarlos a ellos.
Las escenas de acción son enérgicas y llenas de adrenalina, aunque eché de menos un poco más del toque característico de Edgar Wright. Visualmente está bien lograda, pero podría haber sido dirigida por casi cualquier otro.
Si aún dudabas que Glen Powell es una estrella, esta película te lo confirmará. Su interpretación, llena de intensidad contenida y carisma, lo consolida como protagonista de acción. Josh Brolin también brilla como Dan Killian, el productor del show, con una malicia encantadora. La química entre ambos es excelente. Lee Pace, por su parte, parece salido directamente de un videojuego de Hideo Kojima en su papel como Evan McCone, uno de los cazadores principales.
El elenco de apoyo es amplio y lleno de rostros reconocibles: Michael Cera, Colman Domingo, Emilia Jones, William H. Macy, Daniel Ezra, Katy O’Brian, Sophie Simnett, Martin Herlihy y Karl Glusman, entre otros.
The Running Man tenía una tarea difícil: superar el peso de la primera adaptación. Pero gracias a la actuación de Glen Powell y una historia mucho más actual y reflexiva, logra sorprender. Me hubiera gustado ver más acción, pero los momentos de comedia y silencio equilibran bien el ritmo. Es curioso cómo esta y The Long Walk, también escrita por King, comparten un tono similar… y ambas se sienten más vigentes que nunca.

