Mientras Vin Diesel promete un regreso a las raíces de Fast & Furious —con carreras callejeras en Los Ángeles y un homenaje a Paul Walker—, en Universal Pictures la realidad es otra: el futuro de la franquicia depende de recortes millonarios.
El estudio advirtió que no seguirá adelante con la próxima película si su presupuesto no baja a unos 200 millones de dólares, muy por debajo de los 340 millones que costó Fast X (2023), la entrega más cara y menos rentable de la saga.
El equipo trabaja para reducir costos en locaciones y elenco, ya que las estrellas cobran cifras enormes: Vin Diesel gana más de 25 millones por película y otros actores entre 2 y 10 millones. Incluso se evalúan nuevas estrategias, como una serie live-action o spinoffs más pequeños, para mantener viva la marca sin depender de presupuestos gigantescos.
“El objetivo es cerrar la historia de forma satisfactoria, tanto creativa como financieramente”, explicó el productor Neal Moritz.